Agricultura Sostenible en Magallanes: Mujeres que Renovan la Tierra

En el extremo sur de Chile, un grupo de agricultoras confronta las inclemencias del clima y los métodos tradicionales, adoptando prácticas agroecológicas que fusionan conocimiento ancestral con un compromiso ecológico.

En la región patagónica de Magallanes se está gestando una transformación silenciosa con el rostro de la mujer. Frente a condiciones ambientales adversas, estas agricultoras han decidido trascender el uso de agroquímicos, rompiendo con los monocultivos tradicionales para integrar técnicas sustentables que honran el equilibrio natural y rescatan costumbres milenarias.

El Programa de Transición a la Agricultura Sostenible (TAS), una iniciativa conjunta de INDAP, INIA y el Ministerio de Agricultura, ha sido el motor de este cambio. Durante dos años, las participantes han perfeccionado habilidades como el manejo responsable del suelo, el control biológico de plagas y la rotación de cultivos, todo ello bajo la experiencia y asesoría de Tatiana Romero. En agosto se sumarán veinte nuevos agricultores, lo que da cuenta del éxito alcanzado por el programa.

Sandra Naín, oriunda de Punta Arenas, rememora con satisfacción su ingreso al programa: “Llegué sin saber qué esperar y descubrí, además de nuevas técnicas, una filosofía de vida en el diálogo con la tierra.” En su huerta coexisten ahora prácticas como la rotación de cultivos, la introducción de bandas florales y espacios destinados al descanso, evidenciando un compromiso integral con la agroecología.

En un rincón aún más austral, Macsemina Cheuquepil ha transformado un terreno en pendiente en un sistema de terrazas inspirado en tradiciones andinas. Ella enfatiza el retorno a lo fundamental, dejando atrás el uso de fertilizantes químicos en favor del abono natural, como el guano de pájaro, y exhorta a sus compañeras a buscar alternativas ecológicas en lugar de recurrir sistemáticamente a los productos tradicionales.

Por su parte, en Puerto Natales, Orita Teca Lepío logró reconvertir un suelo anegado e improductivo en una fuente de vida. Su intervención no solo transformó el paisaje, sino que también la llevó a plantear la agroecología como una política de Estado, subrayando la responsabilidad de devolver a la naturaleza lo que se le sustrae. Con gratitud hacia el trabajo y planificación impulsada por Tatiana en el programa, Orita manifiesta que las prácticas agroecológicas deberían volverse obligatorias debido al desgaste que sufre el medio ambiente.

Finalmente, Julia Muñoz, desde Natales, reflexiona que el verdadero secreto reside bajo la superficie: “La agroecología nos ha enseñado que al alimentar el suelo, fortalecemos todo el ecosistema.” Según ella, la recuperación de suelos degradados es un deber moral, ya que es la base para cultivar alimentos saludables y sostenibles.

Estas mujeres encarnan el espíritu del TAS, combinando curiosidad, paciencia y valentía para desafiar modelos obsoletos. En un territorio donde los inviernos son largos y las condiciones extremas, demuestran que la agricultura del futuro se construye desde lo local y colectivo, marcando un precedente inspirador para un cambio profundo y sostenible.

Autor: Jorge Rojas

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